Lo malo de Ananías es que para hablar, no se pone de acuerdo con
el DICCIONARIO de la RALE, no lo revisa o no lo conoce.
El viernes pasado, se
conmemoraba en el país el DIA DE LOS MÁRTIRES DE UCHURAKAY, no pudo perder tan
importante ocasión para mandar «saludos» a los periodistas que no se sometieron
a sus propuestas mercantiles y como debe ser el periodismo, en este vocero, nos
pusimos a la otra orilla desde donde podemos mirar mejor lo que hace y lo que
no hace. Para refrescarle un poquito y ayudar su cacumen, le trasladamos aquí
un pequeño fragmento de lo que bien podría decirle el pensador argentino José
Ingenieros, en uno de sus libros «El Hombre Mediocre» si estaría vivo y residiera en Jaén:
La hipocresía es el arte
de amordazar la dignidad; ella hace enmudecer los escrúpulos en los hombres
incapaces de resistir la tentación del mal. Es falta de virtud para renunciar a
éste y de coraje para asumir su responsabilidad. Es el guano que fecundiza los
temperamentos vulgares, permitiéndoles prosperar en la mentira: como esos
árboles cuyo ramaje es más frondoso cuando crecen a inmediaciones de las
ciénagas. Hiela, donde ella pasa, todo noble germen de ideal: zarzagán del
entusiasmo. Los hombres rebajados por la hipocresía viven sin ensueño,
ocultando sus intenciones, enmascarando sus sentimientos, dando saltos como el
eslizón; tienen la certidumbre íntima, aunque inconfesa, de que sus actos son
indignos, vergonzosos, nocivos, arrufianados, irredimibles. Por eso es
insolvente su moral: implica siempre una simulación.
En el falso homenaje que rindió a aquellos
mártires, envolvió su mediocridad aparentando un demócrata y pidiendo,
abogando, instando a que «se
respete la dignidad de las personas», poco le faltó mencionarse con nombre propio.
Aunque ya en el noticiero «Palabra Viva» le
han dado su respuesta, lo que aquí diremos no será para responderle, si no,
para orientarle, aconsejarle y que en algo le sirva para llenar los vacíos de
su endeble moral que no pudieron hacerlo en su casa, en la escuela y mucho
menos en la universidad. Habría que
preguntarle primero, ¿Con qué derecho o criterio pide respetar lo que él no
respeta?
El Diccionario de la Real Academia de la
Lengua española define a la DIGNIDAD (que es un valor), como «decoro de
las personas en la manera de comportarse». Habría que preguntarle a
Ananías si sería DIGNA su actuación, el
día que fue a la media noche al velorio del niñito que mató su agente del
serenazgo, tanteando que hayan pocos en
el acompañamiento para decirle a los padres del niñito que les iba a
recompensar «encementando su calle». Así como Ud. lo lee. Tremenda estupidez
evidencia la total ausencia de DIGNIDAD por lo brutalmente ofensiva
contra quienes perdieron súbitamente un hijo.
¿Este es el respeto a la dignidad de las
personas que reclama Ananías?
Es digno para este moderno TARTUFO,
encementar calles para revalorar sus lotes de terrenos en las urbanizaciones
que posee?
Es digno para este inmoral, ofrecer puestos de
trabajo a jóvenes necesitadas por dos meses a cambio de que le apoyen en su
campaña electoral para reelegirse, que ya la empezó?
¿Le llama DIGNIDAD y ha de sentirse DIGNO cuando se ha hecho
rodear por delincuentes y prontuariados para gobernar a este manso pueblo?
Se siente DIGNO ESTE CORRUPTO al comprar
sospechosamente y contra todo rechazo de la oposición un terreno para un parque
«familiar» que nunca colocó en sus planes políticos y con desesperación pagó medio millón de soles al supuesto
propietario, dinero que se comenta se lo repartieron entre los corruptos que
intervinieron y pese a que donaron más del doble del terreno que compró no
rescindió el negocio... Cuando ésto le
ponen en su cara pálida, por la que ya no circula sangre, los medios que nunca
claudicamos, se queja y empieza a hablar de algo que NUNCA CONOCIÓ: LA DIGNIDAD.