Como siempre, nuestra sociedad y sus malas costumbres, de paterías y mermelerías dizqué para reconocer la labor de nuestro Obispo Santiago García de la Racilla Domínguez. Preguntamos ¿Reconocer su labor cuando está pasando al retiro? ¡Qué miseria!
El mejor reconocimiento habría sido escuchar y poner en práctica sus prédicas, en especial para el corrupto aquel que con inverecundia y contumacia le entregaba «las llaves de la ciudad». Llaves ¿Para qué? Si él vive aquí. Estamos seguros que las recibió para no dejar en vergüenza al sinvergüenza. El mejor homenaje habría sido escucharle lo que dijo para esta administración municipal y para los que dentro de poco van a elegir a su gobernante local. Destacar su entereza y valentía cuando se enfrentó con la firmeza cristiana del desalojo de los mercaderes del Templo en el BAGUAZO como le captamos en esta fotografía exclusiva de este semanario, enrostrándole al prepotente militar, para salvar las vidas de los indefensos nativos. Ese fue nuestro mejor homenaje. ¡Un fraterno abrazo Mons. Santiago!
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